UN
ARTE DE LA GRATITUD
©Giuseppe
Isgró C.
A
Kabir, le costaba aceptar que los peces, en el mar, pudiesen tener sed.
Y,
qué es lo que ocurre con el ser humano? En un entorno que lo contiene todo,
anhela lo que, teniéndolo en abundancia, deja de verlo, y aún cuando no tiene
nada de que quejarse, se queja de que no hay nada de que quejarse, y de que, se
encuentra aburrido (a).
La
botella medio llena, y la medio vacía: Cómo la vemos? Es el mejor indicador de
la mentalidad positiva, o lo contrario.
La
gratitud es la clave esencial. Esta mañana no hay café? Pero, hay agua? Demos
gracias por lo que hay. Es una cuestión de actitud mental; de expectativas.
Joseph
B. Rhine, descubrió, en su laboratorio de Parapsicología, entre 1928-1932, que
gran número de personas alteraban los resultados mínimos que debían obtener, en
las pruebas de Percepción extrasensorial y en las de Psicoquinesia, por efectos
estadísticos, aun cuando no poseyeran facultades desarrolladas.
Eso
le llamó la atención a Rhine y su equipo. Percibió que se trataba de cuestión
de perspectivas. Tenían la facultad desarrollada, pero en polaridad inversa, es
decir: Negativa.
Esas
personas no creían que pudiesen tener aciertos en las pruebas con las cartas
Zener, o en las de Psicoquinesia, mediante el lanzamiento de los dados, en
Laboratorio experimental.
De
los cinco aciertos mínimos que toda persona, sin desarrollo de sus facultades,
debían tener, en un ciclo de 25 pruebas, lograban cuatro, tres, y algunas veces,
ni eso, como resultado.
Los
investigadores detectaron que los sujetos de experimentación alteraban los
resultados por sus expectativas negativas; éstas siempre se cumplen, en
positivo, o en negativo.
Si
se cree que se puede, se puede; si se cree que no se puede, no se puede. As{i
de simple. Siempre se tendrá la razón.
El
buen "quejón", -o la buena "quejona"-, si mirara bien, tiene
todo para ser feliz; y podría ser feliz con solamente cambiar de actitud mental
negativa, a positiva.
La
mente sólo puede albergar una índole de pensamientos y sentimientos: positivos
o negativos; los unos expulsan de la mente, y de la conciencia, a los de índole
opuesta.
Anotemos
en una libreta, para revisarlas con frecuencia, cien cosas por las cuales dar
gracias a la vida. Con este solo ejercicio, activaremos la ley de atracción, y
la de repulsión: Atraeremos cosas análogas, y repeleremos, todo lo que sea
contrario, como un escudo protector.
Es
preciso recordar que se tiene vida,
salud, familia, amigos, trabajo, conocimientos, un entorno propicio y oportunidades
escondidas en las situaciones que se afrontan.
Recordemos
los éxitos pasados, por grandes o pequeños que sean; al volver a visualizarlos
en la pantalla mental, la fuerza de atracción de las imágenes inherentes,
atraerán nuevos éxitos de análoga naturaleza.
Es
necesario mirar las cosas hermosas de la vida y ayudar a otros a encontrar lo
que anhelan. Con solo eso, comenzarán a fluir las cosas que anhelamos, en
nuestra vida.
Expresar
más amor, más servicio, más amistad, más tolerancia, más perdón, más justicia
en nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y actos, y realizar estudios
integrales que mejoren la propia visión existencial, optimizan el propio trabajo,
y permite un mejor servicio en bien de todos.
Conectemos
con la Divinidad interior, y desde ésta con la Divinidad universal, y veremos
como fluye la luz, la abundancia de bienestar, porque, en esencia, todo eso de
la actitud frente a la vida, es una cuestión mental.
Como
decía Epicteto: -“Lo que importa es nuestra propia comprensión y actitud frente
a las cosas”-.
Y
lo que está en la mente, se exterioriza en nuestra vida.
Observemos
la obra maravillosa de Dios con entusiasmo y la provisión divina fluirá.
Estemos
agradecidos con Dios, con la vida, con los amigos, con los miembros de la
familia, con nuestra madre, con el o la cónyuge, con todos, y ese entorno
cambiará, ipso facto.
Gratitud,
amor, trabajo, estudio, expectativas positivas, esperanza, confianza en la
bondad divina.
Por
el amor de Dios, hay que dejar de quejarse. La queja significa un reclamo a
Dios.
Y
Dios ha manifestado todo perfecto, por medio de la ley cósmica.
Ley
cósmica, es preciso conocerla más, mejor y, además, utilizarla, bien.
Recordemos,
si no hubiese amargo, cómo podríamos saber que existe lo dulce? Si no existiese
oscuridad, cómo se apreciaría la luz? Si no existiese el dolor, cómo sabríamos
que el fuego quema?
La
regla de oro: Expresar gratitud por todo, a todos, en el Todo. Así, fluirá,
cada día más y mejor, la energía creadora, y la luz de la sabiduría de los
valores universales, para hacer de la propia vida, una obra maestra.
Adelante.