UN PLAN DE VIDA
©Giuseppe Isgró C.
Desde una perspectiva trascendente, se percibe que cada existencia está regida por un triple plan.
Primero: El plan de Dios para cada ser en los cuatro reinos naturales. Contempla el eterno retorno del ser individual al Ser Universal, o Divinidad.
El objetivo inherente es: Desarrollar, eternamente, el ilimitado potencial de los atributos divinos, por medio de la experiencia.
Dichos atributos son los sentidos cósmicos del ser, que aportan la sabiduría de los valores universales y aprovechan el poder creador potencialmente infinito de que se dispone para realizar la ilimitada expansión del universo.
Los valores universales que representan a los atributos divinos, se expresan por el lenguaje de los sentimientos en la conciencia de cada ser, en los cuatro reinos naturales. Constituyen la guía perceptiva, comprensiva y realizadora que rigen los pensamientos, los sentimientos, las palabras y los actos; y, también, los deseos, los anhelos, los propósitos y los objetivos a corto, mediano, largo y macro plazo.
Por la experiencia, cada ser acrecienta la conciencia de lo que ya posee de por sí, como emanación de la Divinidad, sin separarse de la Divinidad y sin dejar de ser la Divinidad.
La experiencia se adquiere por la eterna polarización de un estado de conciencia a otro más elevado. Acrecienta, a la vez, el conocimiento de sí, percibiendo la Unidad en la multiplicidad universal, dándose cuenta de que todo es Uno.
Segundo: Cada ser realiza, en cada nuevo ciclo de vida, el plan que previamente efectuara en la dimensión espiritual, antes de reencarnar.
De acuerdo al pensum de estudios del planeta de turno, este plan le permite adquirir el aprendizaje respectivo sobre gran variedad de temas, en determinados niveles.
A la vez, optimiza sus aptitudes, es decir: Su capacidad de percepción, comprensión y realización acorde a la suma existencial que le es inherente. A tales efectos, asume objetivos de cooperación en la sociedad en que interactúa y obtiene el salario cósmico.
Las pruebas existenciales son antepuestas por cada ser, como vehículos para fortalecer los puntos menos fuertes, y así transmutarlos en fortalezas. Algunas veces, se presentan como adversidad que no es otra cosa que una ayuda providencial que le facilita su labor de aprendizaje y elevación de conciencia. Expresan el potencial infinito que se posee, el cual va aflorando de acuerdo a la magnitud de necesidades que experimenta, en el día a día.
Paralelamente, aflora la sabiduría de los valores universales, la de los atributos divinos, que son análogos análogos a los de la Divinidad.
Algunas de esas pruebas antepuestas por sí mismos, no son otra cosa que la sopa del propio chocolate que, con anterioridad, se le dio de beber a otros. Es para reconocer si es agradable o no, y de esta manera, se perfeccionan las interrelaciones entre los seres. Se aprende a no dar a otros lo que no se quiere para sí, dando, en cambio, lo mismo que se anhela.
La suma existencial de cada ser, representa la siembra y recogida. Permite recibir compensaciones, y otorgar aquellas de las cuales se es deudor, por la ley del karma.
El mecanismo de la suma existencial lo rige la ley de la justicia divina, cuyo fiel de la balanza indica el orden en el cual la ley de afinidad le ubica o reubica, constantemente.
Los factores determinantes son: los pensamientos y los sentimientos, que, en ambas polaridades, activan la ley de atracción, por la que se atraen a la propia vida a los elementos coadyuvantes afines, y se repelen los contrarios. Se crean las propias circunstancias, según la polaridad cultivada, o las expectativas que se tienen.
Los deseos, los anhelos, los propósitos y los objetivos, traducidos en palabras y actos, activan a la ley de justicia, la de igualdad, la de compensación y la de afinidad. En otras palabras: A la ley del karma y el vipaka. Es lo mismo que decir: causa y efecto, acción y reacción, siembra y recogida.
Tercero: Es el plan de vida que cada ser efectúa en la dimensión física, para regir su vida, en cada fase, en base a objetivos y resultados previamente establecidos por su orden de importancia, o prioridad, a corto, mediano y largo plazo, para resolver situaciones, o para alcanzar logros que aporten cambios significativos en la propia existencia. Esto permite tomar las riendas de la vida en las propias manos.
Es imprescindible escribir los objetivos, para darle un carácter de permanencia. Constituye, a la vez, uno de los secretos más poderosos para alcanzar la realización de las propias metas existenciales, sean cuales fueren, si no se abandona a mitad de camino. Es decir, si se persiste con tenacidad hasta hacer realidad lo que parecía imposible. Con tiempo se percibe que todo es posible para una mente decidida y dispuesta a pagar el precio en esfuerzos, estudios, trabajo y amor ilimitado.
Adelante.