DEJAR DE COMPARARSE...
©Giuseppe Isgró C.
Las comparaciones siempre constituyen
un riesgo para la propia auto-estima, ya que unas veces resultan favorables,
otras, las mayorías de las veces, no.
Las comparaciones denotan inseguridad
personal y una auto-estima poco fuerte. Teniendo, la persona, un auto-concepto
sólido y elevado en relación a su propio ser, no precisa de comparaciones para
sentirse bien. Simplemente se acepta tal como es, y a los demás tal como son.
No se siente inferior cuando observa cualidades superiores en las demás
personas, ni superior a nadie porque vea cualidades insuficientemente
potenciadas en los demás. De los primeros precisa aprender; a los segundos,
enseñar con su ejemplo.
En la naturaleza nadie es superior ni
inferior a ningún otro ser, incluyendo los demás integrantes de los cuatro
reinos naturales. Te sientes superior a una hormiguita? Pues, no deberías.
Esa hormiguita en el contexto universal pesa tanto como tú, aunque puedas no
creerlo. Es la misma vida que late, la misma inteligencia que actúa, la misma
esencia divina la que yace en su propio ser. Lo que varía es el rol que la
naturaleza de las cosas asignó a cada quien. Te has preguntado, alguna vez, que
harías, con toda la superioridad que pudieses pensar que tienes, si estuvieses
en el cuerpo de una hormiga? Probablemente tendrías que aprender el trabajo que
ella hace a la perfección, y desarrollar un sinnúmero de cualidades que ella ya
tiene optimizadas.
Seguramente, la hormiga tiene un mejor
control de todas sus facultades físicas, mentales y espirituales de la que
tiene cualquier ser humano normal. Y, probablemente, percibe a la Divinidad sin
barreras de ningún tipo, o por lo menos, en un grado más elevado que gran
número de personas.
Entonces, si no se es superior a una
hormiguita, tampoco se es inferior ni a una hormiguita, ni a ningún otro ser
humano. Cada quien tiene su propia importancia y es preciso apreciarla y
respetarla.
En el momento en que respetamos a los
demás seres de los cuatro reinos naturales, sea quienes fueren, ellos,
automáticamente, respetarán en igual grado.
En el momento en que se deje de hacer
daño a los demás seres en los cuatro reinos naturales, a su vez se fortalece el
escudo protector en contra de cualquier eventual daño, ya que el mismo orden
cósmico se ocupa de proteger a cada quien.
Aprendamos de quienes sepan más, o
tienen mayor experiencia. Enseñemos, generosamente, a quienes lo precisen. Si
queremos un mundo mejor, debemos aprender de quienes nos aventajan, y enseñar a
quienes aventajamos en experiencia y conocimientos. Esto es válido en la vida
en general, en cada profesión o gremio, en todas las sociedades. Primero,
segundo, tercero, cuarto y quinto mundo, son denominaciones que no se
corresponden con la realidad. En los países denominados de tercer mundo, pueden
existir algunos valores que en los denominados del primer mundo, ni siquiera se
sueñan con poseer, salvo excepciones, por supuesto.
Las Constituciones de todos los países
garantizan la no discriminación por lugar de nacimiento, por grupo étnico, por
sexo, por profesión, por espiritualidad, y por un largo etcétera. Pero, las
discriminaciones existen aún en aquellos países que dicen no tenerla. Denota
esto que, aún, es preciso fortalecer la auto-estima, y la visión universal de
la vida.
Al comprender que en todo ser vibra la
misma Divinidad, sin dejar de ser la Divinidad ni separarse de la Divinidad,
esto permite percibir que más allá de las apariencias lo que existe es la misma
Divinidad animando toda vida, o existencia, en los cuatro reinos naturales. El
proceso de auto-aprendizaje es idéntico en todos los seres hasta adquirir
conciencia de las propias raíces o Esencia Divina.
Cada ser es poseedor de todos los
atributos de la Divinidad, y del poder creador, y de una conciencia que es la
réplica exacta de la Divinidad. Aceptemos la propia importancia, y la de
cualquier otro ser sin sentirnos ni superiores ni inferiores.
Somos poseedores de todos los tesoros
del universo, siempre y cuando sepamos percibirlos allí donde se encuentran.
Pese a que son inagotables, es preciso no despilfarrar su uso. Son tesoros
compartidos por todos los seres en los cuatro reinos naturales, en todo el
universo.
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