viernes, 1 de julio de 2011

LOS VERSOS DE ORO DE PITÁGORAS











LOS VERSOS DE ORO PITÁGORICOS



Versión castellana de Giuseppe Isgró C.





PREPARACIÓN:
I. La practica espiritual:
Antes, honra a los Dioses inmortales, de acuerdo con su jerarquía.
II. Respeta, luego, tu promesa, y reverencia a los héroes ilustes, y también a los genios subterráneos, ejecutando las prácticas en uso.
PURIFICACIÓN:
III. El culto a la familia:
Rinde honor a tus padres, y a los más cercanos parientes.
IV. El culto de la amistad:
De los demás, del más virtuoso, por mérito, hazte amigo; con serenas palabras y útiles acciones, sigue su ejemplo. Por leve falta no te irrites con el amigo, de acuerdo con tus fuerzas. Al lado del poder, convence la Necesidad.
V. La cultura personal.
A: La cultura mental:
Por lo tanto, tales cosas conozcas, y sepas, también, refrenar estas otras: El estomágo, ante de todo; igualmente el sueño, el sexo y la ira.
VI. Ser honrado, franco y justo:
Se irreprochable con todos y en todo; ejecuta, únicamente, actos dignos, tanto en compañía de otros como a solas. Como prioridad, ten pudor contigo, respetándote. Después, siempre, en palabras y en actos, ejercítate en la práctica de la justicia.
VII. Ser reflexivo:
Fórjate el hábito de regir tu conducta por la razón. Recuerda, en suma, que la desencarnación es un destino común. Por lo tanto, las riquezas, hoy buscas de adquirirlas; mañana, puedes perderlas.
VIII. Trabajar con toda confianza:
Cuantos, por acción de la ley cósmica, experimentan pruebas adversas. Las que a ti te correspondan, sopórtalas con calma, sosegadamente. Superarlas, satisfactoriamente, sí, te conviene, con toda tu potencia creadora. Piensa, que, después de todo, a la gente buena, no son tantas las adversidades que les toca afrontar.
IX. Ser tolerante y paciente:
Discursos varíos oirás, con frecuencia, unos con nobles contenidos, otros indignos; tú, no permitas que los unos te turben, ni de los otros te vuelvas para no oirlos. Y si una mentira es dicha, sopórtala con calma.
X. Crearse un juicio sano y firme:
En todo cumple cuanto ahora te digo. Ni uno, ni con palabras ni con obras, te induzca jamás a decir o a hacer cosa alguna que después no resulte lo mejor para ti. Antes de actuar, reflexiona, para no cometer errores; que actuar o hablar con discernimiento es de gente prudente.
XI. Estar prevenido:
Pero, tú las cosas harás, que después no te perjudiquen.
XII. Aprende lo que es necesario:
Ni una cosa, harás, por lo tanto, en la cual, tú, experiencia no tengas. Empero, cuanto, en verdad, te sea necesario, aprende, y vida agradable tendrás.
XIII. La cultura personal.
B: Seguir un régimen puro y fisiológico.
Hacer ejercicio.
Es preciso ocuparse de la higiene del cuerpo; pero en las bebidas, en los alimentos y en el ejerccio, la justa medida observa. Recuerda, utiliza el sentido de la justa medida en todo; que nada te proporcione perjuicio.
XIV. Ser reservado:
Por lo tanto, habitúate a una vida sana, sin molicie; abstente en realizar todo acto que suscite envidia.
XV. Ser ponderado:
De esta manera, más de lo necesario no gastes, como hacen quienes ignoran lo que es la honradez; pero, no por ello dejes de ser generoso: La justa medida en todo, es en verdad, la virtud de la nobleza. No hagas, en resumén, lo que pueda dañarte, y pondera bien las cosas antes de actuar.
PERFECCIÓN:
XVI. Los medios de perfeccionamiento.
Antes de todo, tan pronto como despiertes, aprovecha para elevar tu Espíritu; enseguida ocúpate de cuanto en ese día quieres hacer”-.
XVII. Examen de sí mismo:
Antes de dormirte, cada noche, por mucho cansancio que tengas, tres veces examina cada uno de tus actos:
• –“Dónde he estado?”
• –“Qué he realizado?”
• –“Cuál obligación dejé de cumplir?”
Partiendo desde el inicio, recorre, también, el después del después. Has incurrido en bajezas? Recríminate! Has realizado justas acciones? Alégrate. De las primeras, proponte enmendarte; estas últimas, tenlas como modelo a seguir, con fervor. Esto es lo que a ti te pondrá en la horma de la virtud divina.
XVIII. La meditación. La fe. La vida virtuosa. La ciencia del Universo.
Sí, sí: Por Aquel que a nuestros Espíritus ha transmitido la Tetratkis, fuente de la eterna-fluente Naturaleza. Esto es lo que hay que hacer. Estas cosas hay que empeñarse en practicar, y amar. Por ellas ingresarás en la divina senda de la perfección.
XIX. La oración:
Pero, al cumplimiento de la obra cíñete, tú, no sin antes solicitar asistencia a los Espíritus protectores que la conduzcan a la perfección.
XX. La iniciación:
Conocerás el orden divino que rige a los Espíritus, a los seres humanos y a todas las cosas, y percibirás la unidad que penetra la obra toda. Entonces, sabrás, que la Naturaleza es una e idéntica en todas partes; a no esperar lo inesperable, y, a no dejar nada sin explicación.
XXI. La clarividencia:
Sabrás, que los seres humanos soportan pruebas por ellos mismos generadas. Insensatos: A su lado se encuentra el bien, y no lo ven, ni lo oyen; y, también, la liberación de los males la descubren pocos. Tal es la condición que opaca el juicio a los humanos! Son desplazados de un lado para otro, como lo hacen las infantiles cuentas, después de incesantes sacudidas. La discordia es su natural y triste compañera, a la que no hay que provocar, sino cederle el paso y huir de ella.
XXII. La verdad oculta:
Oh, Dios! De cuántos males librarías a los humanos, si tan solo te dignases en desvelarles a que daimón obedecen! Pero, tú, ten confianza. El origen de los seres humanos es divino. La Naturaleza le va abriendo el acceso a las arcanas virtudes, que ella misma les explica.
XXIII. La recompensa. La sabiduría:
Si de ellos en ti hay algo, verás hasta allí, donde te exhorto, reintegrado y silente, y con el Espíritu inmune de todo mal. Pero, deja los alimentos que te prohibí, en los días en que, en hacer puro y libre el Espíritu buscas. Observa, discierne y valúa todo, y a la Inteligencia soberana erige en auriga de lo Alto. De esta manera, dejando el cuerpo, en el eter, libre, irás, como Espíritu divino e inmortal; no más vulnerable
serás.

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